de qué forma perjudica a las ocupaciones cotidianas

La enfermedad de Alzheimer implica un deterioro cognitivo que perjudica al desempeño de las ocupaciones de la vida diaria ya que se alteran funcionalidades mentales como la memoria, el lenguaje o el razonamiento. Una de las secuelas del Alzheimer es que se genera un deterioro funcional por el que la persona perjudicada va perdiendo progresivamente la aptitud de hacer actividades cotidianas de manera autónoma,  y en relación, cada vez en mayor medida, de terceras personas, especialmente de su cuidador primordial.

En las fases iniciales del Alzheimer, la necesidad de supervisión por la parte del cuidador se limitará a tareas complicadas, como tienen la posibilidad de ser planificar un viaje, gestionar el dinero o regentar adecuadamente la medicación.

Pero a medida que la enfermedad progrese, la supervisión no será suficiente, sino que será precisa la asistencia directa. En fases avanzadas, el cuidador deberá ayudar a la persona afectada incluso en las ocupaciones mucho más básicas, como por poner un ejemplo vestirse, alimentarse o cuidar la higiene personal.

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Géneros de actividades de la vida diaria

Las actividades de la vida diaria se agrupan en tres categorías: avanzadas, instrumentales y básicas. Un individuo con Alzheimer presentará una discapacidad progresiva en todas y cada una ellas, y normalmente en este orden, a medida que avance la enfermedad:

Ocupaciones destacadas

Las actividades destacadas son las que permiten a un individuo desenvolverse de forma totalmente autónoma en su día a día y en el ambiente laboral y social que le circunda.

Ciertas de ellas son desarrollar un trabajo, planificar un viaje, organizar un encuentro familiar o sostener las relaciones sociales. Son las actividades que primero se ven alteradas a consecuencia del Alzheimer. Algunos ejemplos son ocasiones como olvidar con frecuencia las citas con el médico, tener dificultades para planificar una comida familiar, o confundirse en el momento de administrar situaciones laborales o sociales.

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Ocupaciones instrumentales

Las actividades instrumentales son las que necesitan el manejo de herramientas o instrumentos para su ejecución. Tienen la posibilidad de ser, por servirnos de un ejemplo, emplear un teléfono o una cámara de fotos, llevar a cabo bricolaje, cocinar o usar apropiadamente los electrodomésticos. Asimismo se incluye la gestión de pequeñas proporciones de dinero, tal como el precaución de animales o plantas.

Las ocupaciones básicas también se ven perjudicadas como resultado del Alzheimer

Las actividades básicas, aquellas fundamentales para la seguridad y supervivencia de la persona, no se aprecian perjudicadas hasta fases destacadas. Aquí se incluyen la alimentación, la higiene, el control de esfínteres, la movilidad y vestirse.

Llegados a este punto, la persona con Alzheimer será ya completamente ligado y el cuidador deberá asistirle en la realización de todas y cada una de las ocupaciones. Al final, aun deberá hacerlas de manera directa por ella o poner medios para mitigar la discapacidad. Tienden a ser necesarias adaptaciones del ambiente físico (ediciones en el baño para hacerlo mucho más seguro y hacer más simple el aseo, empleo de pañales, uso de andador o silla de ruedas…).

¿De qué forma reducir el encontronazo de la pérdida de autonomía?

La afectación progresiva en la realización de las ocupaciones de la vida diaria supone un enorme encontronazo, tanto en la persona con Alzheimer como en quien la protege. Las próximas sugerencias tienen la posibilidad de ayudar a potenciar la autonomía de la persona enferma, aumentar su autoestima y disminuir la sobrecarga del cuidador:

  • Comprender que la carencia de precisión en la realización de las actividades, al principio, y la imposibilidad de llevarlas a cabo más adelante, es una consecuencia de las modificaciones cognitivas derivadas de la afectación cerebral que sufre la persona con Alzheimer. No es una cuestión de actitud o de no tener ganas de hacerlo bien.
  • Siempre que resulte posible, es conveniente hacer más simple las tareas a fin de que sea la persona enferma la que las haga, en vez de realizarlas de forma directa por ella. Estrategias como fraccionar las tareas más complicadas en pasos mucho más sencillos y asequibles, con el apoyo de advertencias, fomentarán su autoestima y actuarán de estimulación para mantener la autonomía durante mucho más tiempo.
  • A medida que avanza la enfermedad, es esencial ir realizando las adaptaciones primordiales. En el ambiente humano hemos de intentar hacer más simple la comunicación, enseñar empatía y entendimiento con sus necesidades y su confusión. En el entorno físico podemos simplificar el contenido de los armarios, por servirnos de un ejemplo, dejando a la vista solo ropa correcta para la temporada del año y sin exceso de cantidad. Igualmente resulta útil emplear rótulos o etiquetas identificativas de lo que hay tras cada puerta. También podemos asegurar una iluminación correcta, o efectuar pequeñas reformas o adaptaciones en el residencia para aumentar la seguridad y hacer más simple la realización de algunas actividades.
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